lundi 5 octobre 2009

Francia ofrece dinero a los estudiantes por ir a clase

• La recompensa puede alcanzar un máximo de 10.000 euros por aula

ELIANNE ROS (El Periódico de Catalunya)
PARÍS
Si los futbolistas y los agentes de bolsa cobran primas por hacer su trabajo, ¿por qué no los estudiantes? Después de fracasar con los métodos represivos, Francia ha decidido aplicar esta lógica en la lucha contra el creciente absentismo escolar. Para incentivar la asistencia a clase de los alumnos, tres institutos situados en barrios difíciles de la periferia de París ofrecen recompensas hasta un máximo de 10.000 euros por clase.

¿Cobrar por no hacer novillos? Sí, pero dentro de un orden. La fórmula, iniciada este curso de forma experimental, promueve que el cheque del premio se invierta en un proyecto colectivo, como un viaje cultural o lecciones de circulación.

CONDUCTA / En el instituto Bobigny, en plena banlieue, una clase iniciará el curso con un saldo ficticio de 2.000 euros. Esta cantidad aumentará en otros 2.000 euros cada dos meses siempre que los alumnos se sienten tras sus pupitres de forma asidua. Si el 100% de los estudiantes está presente, habrá un suplemento de 1.200 euros. El resto de incentivos dependerán de la conducta y el rendimiento. Si no, no hay bote. Pero solo por prestarse al juego, tienen asegurados los 2.000 euros iniciales.

Si la experiencia funciona, el próximo curso se extenderá a 30 institutos más. El Gobierno está decidido, pese a la polémica que ha levantado el método. Hay expertos que claman contra un principio que juzgan «peligroso», pero otros lo ven positivo. «Pagar para obligar a los alumnos a ir a clase implica exonerar a las escuelas de su labor de interesar. Se convierte en una educación bancaria», protestó Philipe Meirieu, investigador en Ciencias de la Educación. «Continuaremos avisando a los padres, pero esto puede ayudar a responsabilizar a los alumnos», defendió Jean-Michel Blanquer, director de una academia de Creteil que se enfrenta a diario a clases medio vacías. «Esto nos motivará», aseguró una estudiante del instituto de Bobigny. Ella misma reconoce que, de los 18 alumnos de su clase, «cuatro van solo cuando les apetece, aproximadamente uno de cada dos días».

El Ministerio de Educación se ha lanzado a probar el método porque la situación es preocupante. El abandono de los estudios está relacionado con el absentismo crónico, que el pasado curso alcanzó en secundaria el 8,2%, unos 438.000 alumnos. Cada año entre 120.000 y 150.000 jóvenes dan la espalda a los estudios.

La fórmula francesa ha sido ensayada con éxito en Gran Bretaña, donde en ciertos barrios desfavorecidos los centros ofrecen pagas semanales por asistir a clase. Los demás sistemas se han estrellado en medio de la más absoluta indiferencia. La alerta inmediata a los padres por SMS, el recurso a la justicia con multas de hasta 750 euros o la supresión de las ayudas a las familias con menos recursos han surtido poco efecto. También han fallado incentivos como regalar entradas de cine. Así que, para alcanzar el objetivo de reducir un 30% las ausencias injustificadas, la escuela republicana ha optado por comprar el interés de los alumnos.

Walter

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